domingo, 15 de marzo de 2015

Y... ¿si damos la luz?

IV Domingo de Cuaresma


"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él..."
"En el principio era la Palabra... y la Palabra era la luz verdadera... y el mundo no la conoció" (Jn 1)

El eterno dilema del bien y del mal, la luz o las tinieblas, la libertad que el hombre tiene para elegir su camino.

A veces es tan simple como encender la luz y caminar en la luz. De vez en cuando publican resultados de experimentos donde a gente normal se le priva de alguno de los sentidos, principalmente la vista; los resultados son siempre sorprendentes. Para alguien acostumbrado a ver, quedarse ciego "temporalmente" suele ser traumático física y psicológicamente.

Cuando espiritualmente no queremos ver, no aceptamos la Luz, caminamos en la tiniebla y nuestra vida es oscura. Quien no tiene nada que ocultar busca la luz, propaga la luz, comparte la luz, irradia luz.

La imagen de la serpiente de bronce en lo alto de un mástil para que todos la pudiesen ver (Num 21, 4...); la gloria de Dios y su lámpara el Cordero que ilumina la resplandeciente Nueva Ciudad (Ap 21, 23); Cristo en la Cruz, elevado como faro orientador de la humanidad toda... Se puede mirar a la serpiente de bronce y quedar curado; se puede estar de cara a la luz o de espaldas y estorbarnos el camino con nuestra propia sombra; se puede ver, contemplar y gozar la salvación que Cristo nos trae con su pasión, muerte y resurrección o simplemente mirar para otro lado; se puede...

La salvación es gratis y el hombre es libre. "Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3, 16) "Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe" (Ef 2, 7)

El banquete de la salvación está preparado, sólo hay que acudir a él... y si es posible, con hambre.

Un inciso sobre el Salmo Responsorial (Sal 136) Este salmo es de los más "acongojantes" del Salterio. Es el grito del pueblo en el destierro. Parece un marco idílico: los canales (agua, abundancia), los sauces (belleza, tranquilidad), las cítaras (música, alegría) y una cruel invitación al canto. Todo bello y armonioso, todo menos el corazón de un pueblo desterrado, físicamente en Babilonia, de corazón en Sión. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha (inutilidad) que se me pegue la lengua al paladar (enmudecimiento) y la rabia contenida expresada con toda su crudeza, que omite tanto el Leccionario como la Liturgia de las Horas, quién pudiera agarrar y estrellar tus niños contra las piedras. Un pueblo separado a la fuerza de su Luz, el Dios que daba sentido a su vida.

Si Cristo no es nuestra luz somos inútiles, somos mudos, somos sordos, somos ciegos, somos origen de odio y de mal. Cristo salva... si queremos la Luz, si nos dejamos salvar.

Fr. J.L.

Segundo libro de las Crónicas 36, 14-16. 19-23
Sal 136, 1-2.3. 4. 5. 6 Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti
Efesios 2, 4-10
Juan 3, 14-21


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