sábado, 30 de mayo de 2015

¡Qué lío!

SANTÍSIMA TRINIDAD


Celebramos hoy la solemnidad de la Santísima Trinidad, uno de los grandes misterios de la Iglesia. Tres personas, sólo un Dios. Las Escritura no hablan de la Trinidad como tal ni tiene en ellas una presencia propia. El desarrollo teológico es del siglo IV con los concilios de Nicea y Constantinopla.

Cuentan que San Agustín estando a la orilla del mar cavilando sobre el misterio de la Trinidad se fijó en un niño que se afanaba en meter todo el agua del mar en un pequeño pocillo que había escavado en la arena. Cuando el Agustín le dijo que eso era imposible el niño le respondió que igualmente era imposible meter el la cabeza humana el misterio trinitario.

Nosotros ni lo vamos a intentar entender; pero sí que vamos a intentar sentirlo. Encontramos en las lecturas propuestas para hoy en la liturgia una aproximación gradual de Dios y el hombre.

Un Dios que crea, que habla con su pueblo, que muestra su poder con mano fuerte y brazo poderoso, que libra a su pueblo de la esclavitud... ¿hay dios que se pueda compara a nuestro Dios? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro.

Del Dios del Antiguo Testamento al Dios del Nuevo hay otro paso en esa cercanía con Dios, pero esta vez es un paso abismal. Pasamos de un Dios cercano a un Dios íntimo. Un Dios familiar.

El Dios en el que creemos es ante todo un Padre para nosotros que interviene con bondad más que con fuerza o poder. Un Dios que se ha dado a conocer en la vida y la palabra de Jesús, de quien dice que es su hijo, al amado, el predilecto. Un Dios cercano desde la propia humanidad, haciéndose en todo igual a nosotros menos en el pecado. Un Dios que sigue actuando en el mundo por el Espíritu Santo, pauta y sentido del caminar del cristiano.

Porque hemos recibido un Espíritu de hijos que nos hace gritar Padre. Porque somos hijos con todo el amor y los derechos de un Hijo primogénito, predilecto, amado y heredero. Por la encarnación del Hijo hemos sido hechos Hijos de Dios, Dios se hace hombre para que el hombre se divinice.

El misterio trinitario en sus tres Divinas Personas nos crea, nos salva y nos envuelve. Quizás la imagen más plástica se al el sol, todos sabemos que está, sentimos su luz, su calor, su radiación, pero no nos acercamos, casi no lo miramos de frente pues dañaría nuestros ojos. Dios está, Dios se siente.

Fr. J.L.

Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Sal 32, 4-5.6 y 9,18-19. 20 y 22.   R/. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.
Carta a los Romanos 8, 14-17
Mateo 28, 16-20

Trinidad de Jerónimo Cosida (1570)
Monasterio de Tulebras (Navarra)

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