sábado, 11 de julio de 2015

Elegidos libres

XV Domingo del Tiempo Ordinario (B)

  
La elección del Señor y el encargo mandado al enviado en ocasiones son incómodos, tanto para en mensajero como para el receptor de la palabra. Amós estaba muy tranquilo con su vida ordinaria, con sus cosas de cada día, sus higos y su rebaño..., y el Señor la envía y la Palabra del Señor es rechazada, parece ser que por en bajo nivel del enviado, pero el Señor se usa de quien quiere, como quiere y cuando quiere, aunque no sea "oficialmente" correcto a los ojos de los hombres, o de la jerarquía... ni perfecto en su formación, ni hasta 100 por 100 ortodoxo. Dios elige, Dios envía y en el defecto del enviado encontramos la perfección del Mensaje.

El Salmo responsorial (Salmo 84) está lleno de encuentro con el Señor, de su misericordia hacia con todos: paz, salvación gloria, fidelidad, justicia, paz, lluvia de abundancia, fruto que sacia... todo habla de la armonía que da el encuentro con el Señor. Ser elegidos para estar con Él es el gran regalo que Dios nos hace cada mañana, pues a poco que nos acerquemos sólo podemos recibir por su parte bienes.

Elegidos desde siempre por el Amor, a ser hijos en el Hijo; redimidos, perdonados, herederos, todo gratis, todo por amor, todo por dejarnos amar. Todo y todos recapitulados en Cristo, origen y fin de todo, sentido de todo. Nuestra respuesta, la alabanza, la alabanza personificada en nosotros como criaturas perfectas llamados para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor.

El Evangelio nos habla también de elección y envío. Los apóstoles fueron enviados por Jesús de dos en dos, como pequeñas semillas pero siempre en comunidad, de dos en dos, con poder y autoridad. Ese es el equipaje del enviado por el Señor: la fe y su poder; todo lo demás sobra, o mejor, estorba para la misión... como diría Machado hablando del último viaje:

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

El Liberal, 1 de febrero de 1908, sin título.
Campos de Castilla, Madrid, Renacimiento, 1912.
(Última estrofa)

Cuántas veces, cuántas cosas se nos pegan en el camino de la vida -que no nos llevaremos de este mundo-; en el camino de la misión -que nos estorban apara podernos dar totalmente-; en el camino espiritual - sin querer reconocer que son siempre apegos humanos y materiales-. Lastres que impiden la misión y un testimonio coherente.

Cuentan que en buscador espiritual en una de sus peregrinaciones pasó cerca de un monje-eremita con fama de santo y fue a visitarlo. Cuando entró en su celda se sorprendió y le preguntó: ¿Dónde están tus pertenencias? El monje a su vez le pregunto: ¿Y las tuyas? El peregrino le explicó que iba de camino, que no podía cargar con muchas cosas,... Y el monje le contestó: Yo también.
Historias de los Padres del Desierto

Predicar la conversión, echar demonios, curar enfermos... hacer presente el Reino de Dios. Esa es la misión, ese es el envío... id.

Fr. J.L.

Amós 7, 12-15
Salmo 84              R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación
Efesios 1, 3-14
Marcos 6, 7-13

Profeta Amós. Icono ruso siglo XVIII
Iglesia del Monasterio de Kizhi (Karelia, Rusia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario