sábado, 5 de septiembre de 2015

Effetá

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (B)


La presencia de Dios en nuestras vidas debe cambiarnos, debe soltar nuestras 'mudeces' y abrir nuestras sorderas, debe darnos fortaleza y espantar nuestros miedos, debe clarear nuestras ceguera, reparar nuestros miembros tullidos... debe hacernos como agua en el desierto, que donde lleguemos seamos transformadores para mejor.

Debe cambiar nuestras vidas, arreglarnos, mejorarnos.

Aceptar a Dios en nuestras vidas es comenzar a hacer presente a Dios en las vidas de los otros, a ser mediadores, sus intermediarios.

Dios ha elegido lo pobre del mundo, lo que no vale, lo falto, lo necesitado,... a nosotros..., para hacernos ricos, herederos, mensajeros.

En nuestra pobreza y necesidad, por nuestra pobreza y necesidad, postramos el poder de Dios, pues si no es por Él por nuestras fuerzas poco podemos hacer. Dios, como un día en María, la joven de Nazaret, hace obras grandes siembre que demos nuestro "SÍ".

«Effetá», "ábrete". Media docena de veces los evangelios citan palabras en arameo, la lengua de Jesús, se supone que palabras dichas realmente por Jesús en el momento narrado.

«Effetá», "ábrete". Ser sordomudo es una forma de vivir aislado. Hoy hay muchos aislados y pocos sordomudos; muchos auto-incomunicados que pueden oír y hablar perfectamente pero prefieren vivir "su vida" sin comunicar ni comunicarse, buscando siempre la razón de sus males en los otros. «Effetá», "ábrete". Rebusca en tu interior. «Effetá», "ábrete". Deja que el Señor te sane. «Effetá», "ábrete".  

Ábrete el Señor, deja que actúe en ti y su riqueza te desbordará... y serás palabra para el mudo, melodía para el sordo, fortaleza para el tullido, alegría para el triste, fuerza para el cansado, fe para el que duda, apoyo para el que tropieza... Dios no nos obliga a entrar el su juego, sólo si nosotros queremos podremos hacer sus obras.

Fr. J.L.

Isaías 35, 4-7a
Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10             R/. Alaba, alma mía, al Señor
Carta de Santiago 2, 1-5
Marcos 7, 31-37

Jesús cura a un sordomudo (1635). Bartholomeus Breenbergh
Museo del Louvre (París)

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