domingo, 6 de diciembre de 2015

Hoy...toca limpia

II Domingo de Adviento (Ciclo C)

  
Dios viene. Su llegada a nosotros es un cambio de vida, cambio total. Se terminó el duelo y la pena, la tristeza y el miedo, si Dios nos llega sólo podemos ser reflejo de su gloria, sobrante de justicia, rezumado de paz.

Nosotros lo esperamos. Y la espera debe ser activa, como cuando esperamos a alguien deseado y amado a quien hace tiempo que no vemos, o a alguien importante que trae beneficios... los montes se aplanarán los valles se rellenarán, los árboles aromáticos le harán sombra y perfumarán su camino...

Dios guiará a su pueblo con alegría a la luz de su gloria, con la misericordia y la justicia... Gloria, misericordia, justicia. Este es el grito de todo hombre y de todo pueblo. Esto es personalizado en el Dios hecho hombre, el Dios que nos viene. Por eso con el salmista podemos gritar: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Su fruto, la justicia, que viene por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Quien inició en vosotros la buena obra, la llevará a termino. Esta frase escrita por san Pablo, copiada por San Benito en la Regla de los Monjes y usada tanto en el rito de la profesión monástica, como en el de ordenación, resume el cambio que debemos reflejar tras nuestro encuentro con el Dios que viene, por que Él es el sentido de nuestra vida, quien la conduce y su final, de su mano alegría y luz de su gloria, con la misericordia y la justicia...

El Evangelio nos sitúa en un punto concreto de la historia. La cita cronológica de autoridades civiles y religiosas coloca a Juan, el precursor, y por el a Cristo en un momento y un lugar fiable. Su grito, el anuncio de un esperado Salvador al que hay que preparar caminos y prepararse interiormente: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios. Este año, para la pasada de La Vuelta Ciclista a España, vimos con sorpresa cómo adecentaban los accesos del monasterio, podaban los árboles, limpiaban las cunetas, desbrozaban malezas... iba a pasa La Vuelta... y Burgos, y Castilla y león, tenían que dar buena imagen.

Pues es Dios mismo quien nos viene y lo exterior le da un poco igual.  Adecentemos los accesos a nuestra alma, podemos ramajes que estorban, limpiemos nuestras lindes, desbrocemos malezas enmarañantes...

Hagamos de nuestro alma y de nuestro corazón un espacio acogedor al Dios que viene.

Fr. J.L.

Baruc 5, 1-9
Salmo 125           R/El Señor ha estado grande entre nosotros, y estamos alegres
Carta a los Filipenses 1, 4-6, 8-11
Lucas 3, 1-6

Vendedora de Flores. Diego Rivera
Museo de México

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