sábado, 23 de enero de 2016

En Dios no sobra nadie

III Domingo del Tiempo Ordinario (C)

  
En Cristo se cumple la profecía anunciada por Isaías: El Espíritu del Señor... me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.

Cristo viene a librara por el anuncio del Evangelio de toda atadura física y moral, para derramar la gracia de Dios a todos, sin distinción, judíos griegos, esclavos, libres... la redención de Jesucristo es universal, esto significa católica, la Iglesia es universal, católica, en ella todos estamos unidos por la fe, y la fe no se puede ni imponer ni impedir a nadie.

Todos tenemos nuestro espacio, por que todos somos necesarios. Como en el cuerpo humano no todo es cabeza, ni piernas, ni puede funcionar una mano por libre, ni siquiera el corazón... Y si algo duele, duele el yo entero, no podemos desconectar la parte doliente. Así es la Iglesia. Todos aportamos. todos colaboramos, todos añadimos y/o restamos; pero sí somos cuantificables, cada uno en su puesto, ministerio o servicio; no todos somos profetas, o maestros, o hacemos milagros... pero hasta el más inútil a nuestros ojos, puede rezar, y sonreír y sobre todo amar.

Hoy se cumple esta Escritura que acabáis e oír. Hoy el Reino de Dios se hace presente porque cada uno de nosotros lo hacemos presente desde nuestro lugar, alto o bajo (dependerá de quien lo mire), pero siempre perfecto a los ojos de Dios.

Estamos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. La Palabra de este Domingo es que ni pintada. Nos une, sin duda, la Palabra de Dios. Vale la pena releer la primera lectura y aprender a tratar con dignidad la Palabra: Abrió el libro... y todo el pueblo estaba atento... levantó las manos... respondió... se inclinaron y adoraron. Leían con claridad y explicaban el sentido... comprendieron el sentido... Y fue para todos motivo de alegre celebración, de encuentro y de compartir. En el corazón de Dios, en la Iglesia que Dios quiere todos tenemos sitio, porque todos somos necesarios como los miembros de un cuerpo.

Fr. J.L.

Nehemias 8, 2-4a. 5-6. 8-10
Salmo 18, 8. 9. 10. 15                   R/Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
Primera a los Corintios 12, 12-30
Lucas 1, 1-4. 14-21


Las Bodas de Canán (1563). Paolo Veronese
Museo del Louvre (París)

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