sábado, 6 de febrero de 2016

Desbordados de asombro

V Domingo del Tiempo Ordinario (C)

  
Tres verbos resumen las lecturas de este domingo, un por lectura: Asombrar, Agraciar, Enviar. Dejarse asombrar, dejarse agraciar, dejarse enviar.

La gente se agolpaba para escuchar a Jesús. En nuestros días sólo hay aglomeraciones si dan algo, ¿pero para escuchar?, hoy no. Escuchar a Jesús suponía aceptar su mensaje, una palabra que cambia la vida. La gente se agolpaba para escuchar a Jesús, pero claro, nos lo decía el Evangelio del domingo pasado: su enseñar era con autoridad, con contenido, con tajada; no eran palabras vacías a las que tan acostumbrados e impermeabilizados estamos. Su enseñar era distinto.

Desde una barca Jesús habla, Jesús enseña y la gente oye su palabra. Y paga el servicio al barquero: Rema mar adentro, y echad las redes para pescar. Duc in altum. (Carta Apostólica: “Novo Millennio Ineunte” de Juan Pablo II) Mar adentro. Lejos del mundo pero dentro de uno mismo. Rema mar adentro, y echad las redes. Es Pedro a quien se da la tarea de guiar y todos pescarán: Rema..., y echad las redes. Y Pedro, como casi siempre, fuera de juego: hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes. No se si os habéis dado cuenta de los tiempos verbales: plurales en el pasado e individual en el presente: hemos pasado... no hemos cogido...;por tu palabra, echaré las redes. El capitaneo de Pedro está presente en todo el relato. Y una vez más la Palabra de Jesús no va vacía, y las redes se llenan, y el asombro puede con Pedro y sus compañeros y... cambia sus vidas para siempre.

Dejarse asombrar y llenar de la gracia de Dios, que nos hace y nos deshace según los criterios de Dios no entendidos siempre desde las categorías de los hombres. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy. Y como Pablo cada uno de nosotros... por la gracia de Dios somos lo que somos y somos como somos, por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí.

De la Gracia del Evangelio, de la Buena Nueva, encontramos un perfecto esquema en la segunda lectura escuchada: Cristo murió por nuestros pecados... fue sepultado y resucitó al tercer día... se le apareció a Cefas... a los Doce... a más de quinientos hermanos juntos... a Santiago... a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí... esto es lo predicado por el apóstol de los gentiles, esto es lo que da sentido al vivir cristiano, es la Palabra que salva, que aceptamos (por herencia y/o en conciencia) y en la que estamos fundados.

No hace muchos días en una fiesta parroquial, nuestro obispo Fidel vino a decir que tenemos dos posibilidades para elegir: o ser santos o ser tontos. Casi es la síntesis de la segunda lectura de hoy: Ésta es nuestra fe, esto lo que creemos, esto lo que nos lleva a la salvación, o se coge o se deja y dejarlo... bien parece de tontos.

Asombrados, agraciados, enviados.

Quien descubre este misterio, esta riqueza, no se puede quedar con ello, lo comparte, lo comunica. Isaías en la visión que hemos escuchado en la primera lectura, contempla la grandeza de Dios, y le desborda, y le empequeñece, y tiene miedo. Pero es el Señor con su gracia quien purifica y aupa, y engrandece. ...¡Estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros... en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de la gloria.» ... «Aquí estoy, mándame.»  Ese salto del miedo ante la contemplación de la grandeza de Dios y los arrestos de ofrecerse para una misión tan desbordante como desconocida, como el vacilar de Pedro a volver mar adentro y echar las redes, sólo se puede explicar por la gracia de Dios. Porque por la gracia de Dios soy lo que soy. Y es la gracia quien trabaja en nosotros, como en Pablo, para el bien de todos.

Dejémonos asombrar por la obra de la gracia de Dios en nosotros, y en los otros, y seremos los mejores testigos del Evangelio para salvación de todo.

Fr. J.L.

Isaías 6, 1-2a, 3-8
Salmo 137         R/ Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor
Primera carta a los Corintios 15, 1-11
Lucas 5, 1-11

Cristo en el lago Tiberíades (1575-1580). Jacopo Tintoretto
Galería Nacional de Arte (Washington DC)

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