sábado, 9 de julio de 2016

Cristo en ti, Cristo en mí

XV Domingo del Tiempo Ordinario (C)

 
Ser el Señor del Antiguo Testamento, conviértete, al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, todo entero, no es cosa que te exceda o inalcanzable... está en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo. Déjate llenar por el Señor. En lo más profundo del corazón de todo hombre, y de todo los creado, está la "Semina verbi", la semilla de la Palabra de que habla el Concilio Vaticano II. En todo corazón hay un fondo de bondad, de amor de Dios, que dependiendo de culto y cultura llamaremos de mil maneras... "semina verbi", principio de bondad y de verdad.

El Dios del Antiguo Testamento se encarna en Cristo -varios domingos vamos encontrándonos con Cristo centro en la vida y en la creación- Por medio de él, por él y para él,  que es anterior a todo, principio, sostén, cabeza, plenitud, razón y causa de salvación de todos los seres del cielo y de la tierra. Por que Él está en todo como "Semina Verbi", principio de verdad y de bondad.

Pero esta semilla, como toda semilla, debe dar fruto, el Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo, que es la llave de entrada en la vida eterna no se puede quedar en un planteamiento de buenas obras. La parábola del Buen Samaritano nos coloca en situación. Un "necesitado" asaltado, apaleado, medio muerto... junto a él pasan los "buenos" e ignorándolo pasan de largo justificándose con el cumplimiento de la misma Ley o de mil razones que podemos citar justas y respetables. Es un samaritano -un personaje no demasiado asiduo a las cosas de Dios- quien hace germinar la semilla de su corazón, siente lástima y olvida su propia situación, su razón de pasar por allí, sus negocios, sus propiedad, su yo, para dedicarse al otro. Vive en Cristo el que practica la misericordia.

Año de la Misericordia. Misericordia que se da gratis, que sale del corazón, que no se exige ni chantajea. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo. Porque es Cristo quien está en el necesitado -como recuerda la Regla de San Benito al hablar de quienes llegan al monasterio- También es Cristo la persona de quien socorre, sin exigencias, son gritos, con buenas maneras, gratis habéis recibido, dad gratis.

Deuteronomio 30, 10-14
Salmo 68 R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Carta a los Colosenses 1, 15-20
San Lucas 10, 25-37

Fr. J.L.

El buen samaritano (1630). Rembrandt Van Rijn
Colección Wallace (Londres)

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